En Estados Unidos aparecen regularmente estudios sobre la esperanza de vida de sus ciudadanos. En principio todas las poblaciones estudiadas presentaban una media común de sus datos. La mayoría de estudios deducen que una mayor esperanza de vida está íntimamente ligada al nivel de alimentación, sanidad, higiene o ejercicio físico.
Pero una de esas veces, un nuevo pueblo entró dentro del estudio. Resulta que mientras el resto de ciudades mantenía la norma, el pueblo de Rosato, era diferente.
Sus habitantes tienen una esperanza de vida mayor a la de Estados Unidos, libre de enfermedades coronarias, aunque estos mismos habitantes se alimentan de forma normal, no suelen hacer ejercicio y, además, fuman como carreteros.
Este lugar existe, y se llama Roseto. Tal vez una de las agrupaciones humanas del Primer Mundo que más han llamado la atención de los investigadores de psicología y sociología. Los primeros en abrir la veda fueron John G. Bruhn y Stewart Wolf, que han publicado dos libros sobre este misterioso pueblo: The Roseto Store y The Power of Clan: The Influence of Human Relationships on Heart Disease.
Aunque está médicamente probado que una buena dieta, ejercicio regular, una situación geográfica privilegiada y una buena dotación de genes son importantes a la hora de llevar una vida larga y saludable, había un factor que había quedado totalmente descuidado y que, de hecho, era el factor que hacía de Roseto un pueblo diferente al resto.
El factor era las relaciones personales que se establecían entre los rosetinos.
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